La Iglesia Nuestra Señora de la Merced cumplió 151 años
- En junio de 1873 se inauguraba este templo declarado en la categoría de “Basílica”, una de las dos que tiene la ciudad.
- Ubicada en la tradicional esquina de Rivadavia y 25 de Mayo, fue construida en tres etapas, remontándose la última de ellas al año 1869.
Córdoba fue cuna y cobijó a diversas órdenes religiosas que están arraigadas en nuestro pasado y presente. Todas tuvieron una importante labor apostólica y educativa, dejando su huella con casas y templos que constituyen verdaderas postales. Y un claro ejemplo son los padres mercedarios llegados desde España.
Su presencia en Córdoba se remonta a fines del siglo XVI y el primer terreno que la orden tuvo fue otorgado por don Jerónimo Luis de Cabrera tras la fundación de Córdoba, sobre calle Vélez Sarsfield.
Pero tras una compra realizada por el hermano Martel, se decidió que el nuevo terreno en el solar ubicado en la calle “de los mercaderes” o “del camino a Santiago del Estero” (hoy Rivadavia y 25 de Mayo) constituyera el asentamiento definitivo.
Es uno de los dos templos cordobeses declarados en la categoría “Basílica”, consumado en 1926. Su patrona Nuestra Señora de la Merced, era quien velaba por el Ejército argentino en tiempos del general Manuel Belgrano.
La Basílica comenzó siendo la Iglesia Conventual del convento San Lorenzo Mártir fundado en el año 1601 por el padre fray Alonzo de Puertas.
Sus diversos estilos se deben a que fue construida en tres etapas. Aunque su fachada concluida en 1869 nos identifica a un clásico italianizante, el resto de la Basílica ha conservado en su nuevo recinto el antiguo púlpito barroco de talla policromada, que data del año 1776 y es una pieza de inestimable valor artístico.
Su puerta principal es una obra de arte confeccionada en madera de cedro paraguayo, y su altar de fines del siglo XVIII emula el tabernáculo de la Compañía de Jesús que hoy se encuentra en la Iglesia de la localidad de Villa de Tulumba.
En cuanto a su arquitectura, la fachada principal es una obra de los arquitectos Bettoli y Kánepa, que eligen un clásico italianizante inspirados en basílicas romanas. Así las torres, de una impronta festiva italiana, culminan en chapiteles de forma acebolladas de origen alemán. En los laterales contrafuertes románticos, el tambor de la cúpula tiene arcos trilobulados de ascendencia altoperuana.
Sobre el lateral de la Iglesia que dan a calle Rivadavia, puede apreciarse un gigantesco mural de mosaico que describe en imágenes la historia de la fundación del templo.